Estudiarán como la actividad volcánica afecta a los procesos de descomposición de las algas
Partirán de Vigo el 29 de este mes rumbo a Chile y llegarán a la base de isla Decepción a bordo del Hespérides
A 13.000 km de España e a 1000 km de la ciudad más próxima está la base militar española Gabriel de Castilla, en isla Decepción, en la Antártida. Estas instalaciónse, en las que científicos y militares comparten espacio en la Campaña Antártica Española, será el hogar durante un mes para cinco investigadores de las universidades de Vigo y Santiago de Compostela. Este equipo liderado por el profesor de Ciencias del Mar Mariano Lastra desarrollará uno de los 20 proyectos de investigación nacionales e internacionales seleccionados para la XXIX Campaña Antártica, en la que participan un total de 100 científicos. En estas semanas, los investigadores gallegos están terminando los últimos preparativos para partir cara a la Antártida desde Vigo el siguiente 29 de enero. Tendrán por delante un mes para desarrollar un estudio centrado en el análisis de los efectos de la descomposición de algas y su impacto en los procesos ecológicos y biogeoquímicos asociados en las intermareas de isla Decepción. El proyecto tiene una duración total de tres años, un presupuesto de 50.000 euros, y comprende dos campañas en la Antártida, la de este febrero y otra justo un año después y en el tomarán parte tres investigadores de la Universidad de Vigo (Mariano Lastra, como IP, Jesús López y el director de la Ecimat, Jesús Souza Troncoso) y dos de la USC (José Emilio Mora y Manuel Ángel García).
Un laboratorio en una isla volcánica
La Campaña Antártica Española, presentada en el campus de Pontevedra en noviembre, dura 95 días a lo largo de los cuales van pasando por la base Gabriel de Castilla los diferentes equipos de investigación. Esta base se encuentra en la isla Decepción, una caldera volcánica activa que conforma una isla con forma de anillo, cuyo centro es la bahía Foster. El litoral presenta frecuentes calentamientos geotérmicos, por lo que la costa en determinadas zonas registra elevadas temperaturas y fenómenos como humaredas y emisiónes de vapor de agua y otros gases de origen volcánico como metano, CO2 o sulfuro de hidrógeno. En el verano austral las playas de la isla, catalogada como Sitio de Especial Interes Científico y como Zona Antártica Especialmente Protegida (ZAEP 140), reciben importantes cantidades de masas de algas que se desprenden y rematan en la costa intermareal. Estos materiales tienen una enorme importancia ecológica, “dado que subministran alimento y hábitat para muchas especies de invertebrados”, recalca Lastra, que explica también que el reciclage de esta biomasa es el origen de interesantes procesos biogeoquímicos que dan lugar a la liberación de nutrientes al medio costero.
En caso da baía Foster, las humaredas y fuentes hidrotermales consecuencia del origen volcánico de la isla, condicionan los patrónes de descomposición de la biomasa algal, su colonización, consumo, flujo de nutrientes y emisión de gases. Para analizar estos procesos se llevarán a cabo muestras de campo y varios experimentos de manipulación del medio natural. Se calculará el stock, la tasa de remplazo y la descomposición de macroalgas en ocho estaciónes de muestras distribuídas en toda la costa. La hipótesis de partida del proyecto es que “tanto las elevadas temperaturas como los gases afectan a los procesos ecológicos y biogeoquímicos asociados a la descomposición de la biomasa de macroalgas depositada en grandes cantidades por las mareas”. El objectivo final del proyecto es generar un modelo del funcionamento acoplado de los ecosistemas litorales de bahía Foster. Para esto, los científicos realizarán muestras en las playas con métodos cuantitativos antes y después de la llegada masiva de las algas, para analizar así las consecuencias de su calentamiento y descomposición, tanto por el efecto del sol como por la actividad hidrotermal.
13.000 km y en el verano austral
El equipo volará a Punta Arenas, saliendo de Vigo el 29 de enero, y una vez allí embarcaran en el Hespérides, que partirá el 2 o 3 de febreiro con rumbo a las Shetland del Sur. Tras una parada en la base Juan Carlos I en la isla Livingston, donde desembarcarán varios investigadores, llegarán a isla Decepción tras unas seis horas de navegación; en total tres días desde Punta Arenas dependiendo de las condiciónes meteorológicas. El material del proyecto fue embarcado en el Hespérides en su salida inicial desde Cartagena en octubre, por lo que al llegar a la Antártida ya tendrán allí el equipo. Mariano Lastra explica que los proyectos científicos en isla Decepción cuentan con el apoyo de los miembros del Ejército de Tierra que están presentes en la base y que, además de mantener la base operativa “nos facilítan cualquier infraestructura que podamos necesitar y son los encargados de la navegación entre las distintas zonas de la isla; son imprescindibles no solo en términos de supervivencia en un ambiente hostil, si no para poder sacar los proyectos científicos adelante”.
Trabajo del día a día
Lastra, que ya tiene a sus espaldas cinco campañas antárticas, explica que el día a día empieza temprano, con una reunión de todos los IPs con el comandante de la base, en la que se definen los trabajos de la jornada, y las necesidades de apoyo logístico de cada grupo, “por supuesto teniendo en cuenta la predicción meteorológica”. La planificación de lo grupo vigués comprende principalmente trabajos en distintas zonas de la isla, “recogiendo muestras de campo o preparando experimentos de manipulación del medio natural”. Destaca que también tendrán mucho trabajo de laboratorio, “porque pretendemos llevar a cabo la mayor parte de los análisis in situ, de maneira que habrá por lo menos una persona en continuo haciendo analíticas en el laboratorio”.
Los investigadores explican que para una campaña de este tipo no se requiere de una preparación física específica, “solo hay que estar en condiciónes de aguantar largas caminatas o la navegación en Zodiac con mar revuelta”. El principal inconveniente es la climatología, de la que hay que estar pendiente, ya que cambia en pocos minutos. Así, los trabajos de campo deben esperar a condiciónes benévolas y cuando se realizan requiren el contacto regular con la base por radio, “informando de nuestra situación, de la previsión del trabajo y de cualquier eventualidad y, por supuesto, nadie puede salir fuera de la base solo”. Con todo, Lastra reconoce que lo peor, además de la distancia es el cansancio que se va acumulando y los achaques que provoca el frío”.
Lugar ideal para la investigación
Un equipo como el gallego, que ya cuenta con experiencia previa en el continente helado, valora muy positivamente este emplazamiento como lugar de investigación. “Trabajar en la Antártida es trabajar en condiciónes ideales para un científico; el ambiente es singular y poco conocido, en el cual casi todo está por estudiar y, además podemos dedicar el 100% del tiempo al trabajo”. Pero precisamente este aislamiento y distancia es también una de las partes más duras a nivel personal, estar lejos de casa y de la familia, aunque ahora ya cuentan con una buena conexión a internet que facilita el contacto con la familia, algo que como recuerda Lastra no era tan sencillo “durante las primeras campañas que hicimos allá por el 2003”.